El 'sujeto escindido' en la teoría psicoanalítica propuesta por Jacques Lacan






Lacan, cuando hace una reformulación de la teoría freudiana se basa tanto en la topología del aparato psíquico tradicional de Freud (ello, yo, superyó) y de sus dos principios básicos en los que funda la teoría psicoanalítica: el principio de placer y el de realidad.

Según las aportaciones lacanianas, el sujeto está escindido, en resumidas cuentas, por el muro del lenguaje (que encontramos en el esquema lambda), ese lenguaje con el que pone nombre a las cosas pero que, en ese mismo momento de nombrar, se aleja de la verdad de lo Real que reside en el inconsciente, vela la verdad no permitiendo que ésta emerja a la parte consciente del sujeto. Gracias a las influencias del estructuralismo (como el de la lingüística de Saussure, con sus aportaciones acerca del signo, aunque también adapta el concepto Saussuriano), Lacan dará cuenta de las diferencias entre “el decir” y “lo dicho”. Distinguirá, entonces, entre el sujeto que enuncia y el sujeto de la cadena significante.

En esta línea, el síntoma tiene un carácter simbólico y significante, y estará informando de la verdad reprimida a la que el goce intenta dar salida, por medio de los deslizamientos y las fugas. Esto que está velado, surgirá en forma de chiste, acto fallido o silencio, en el enunciado del sujeto, sin que éste pueda ser consciente de por qué el fallo. Será, por transferencia, en el encuadre analítico, cuando pueda ser descifrado y comprendido, en su debido tiempo lógico.

Por otro lado, podríamos hablar también del sujeto escindido entre los diferentes registros, a medida que van dándose lugar en el contexto de la formación del yo. Tal es el caso de la división del yo entre el Je y el Moi. Es bien sabido que el niño nace con una fantasía de cuerpo fragmentado, hasta que realiza la identificación primordial, mediada por el reflejo de su imagen en el espejo de la etapa especular, del estadio imaginario, en lo que a la formación de su identidad se refiere.

Es ante este espejo que pasa de la confusión entre su cuerpo y esa imagen (ese otro), con el que aún no se ha identificado (en una primera fase); al proceso identificatorio dado que empieza a identificarse con la imago del semejante, porque esa imagen no es un objeto real como pensaba en la primera fase, es sólo una imagen pero es una imagen de su cuerpo (fase segunda de la identificación primordial); a, finalmente, poder tener lugar la identificación narcisista, logrando la unificación de aquél cuerpo disperso del que partía el sujeto.

Esa imago especular estructuradora, o lo que es lo mismo, la identificación formadora del yo (MOI) [será necesario hablar de las etapas del Complejo de Edipo para poder explicar la identificación secundaria, la que implica la figura del falo, que, junto a la primordial, terminarán del todo por completar la identificación imaginaria del sujeto]*. El Je y el Moi pertenecen a mundos diferentes pero, dada la simultaneidad de los diferentes registros lacanianos en el sujeto (real, imaginario, simbólico), Je y Moi conviven en el sujeto, desde el momento en que se encuentran al culminar la identificación primordial.

Y lo acompañarán, para que el sujeto libre sus batallas ante nuevas amenazas a su desintegración del Yo (Je). Como lo hará en la adolescencia, ante tanto cambio físico y la búsqueda de su unificación; o ante la manifestación de la falta en la mirada devuelta en el espejo a la persona anciana que ve llegar la castración más impactante de todas (la muerte).


*Después vendrá la identificación simbólica, cuando el sujeto entre en contacto con el mundo cultural y haya pasado por la dolorosa fase de transición entre ser el falo para su madre y tenerlo. Y, finalmente, pasará por identificar la angustia, la angustia velada por el lenguaje. Para, paradójicamente, volver a toparse con el dolor de lo Real, que está desfragmentado y disperso, porque lo real, tal y como Lacan defendía con la adaptación de la fórmula cartesiana, “soy donde no pienso”, porque lo real -decía- está desprovisto de lenguaje y es lo que escondemos tras la máscara del síntoma, precisamente donde somos deseo.




Blanca De Uña Martín

Respuesta de Prueba de Síntesis de Psicoanálisis.

Grado de Psicología en la UOC.



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